"Taller de Escritura Creativa" del CEP Huelva - Isla Cristina. Impartido por Teresa Suárez.

miércoles, 22 de abril de 2015

LA CASA MALDITA

Aquella casa que alquilé en Aracena a finales de 2001 tenía demasiadas camas y era demasiado barata: veinticinco mil pesetas de la época. Y demasiado fría... El baño estaba en la planta de arriba, y más de una vez, mientras me cepillaba los dientes frente al espejo, noté cómo pasaba alguien detrás de mi, fuera del cuarto de baño. Era una presencia fugaz, y ahí empecé a sospechar.
Una noche, en el cuarto donde dormía, y que tenía completamente a oscuras, con la persiana bajada y la puerta cerrada, me desperté hacia las cuatro de la madrugada y vi iluminado con una luz roja al chaquetón que tenía colgado en la percha que había en una pared al lado de la cama. Era imposible que luz alguna pudiera haber penetrado en la habitación. Todo estaba oscuro, salvo aquel vibrante refulgir rojizo sobre la grisácea tela del tabardo. Opté por taparme con las mantas hasta la coronilla, y por cerrar los ojos y dormir, pensando en que se había tratado de una alucinación. Por la mañana comprobé, en efecto, que el cuarto estaba herméticamente cerrado a la luz.
Llegó el día de la evaluación antes de Navidad. Aquél día dormí la siesta en un cuarto que daba al salón en la planta baja. Cuando desperté les vi ahí: eran personas translúcidas y blanquecinas sentadas alrededor de la mesa del salón y paseándose. Me aseguré de abrir bien mis ojos para cerciorarme de que no se trataba de un sueño. Vi cómo las figuras se desvanecían en unos segundos. Llevaba mucho estrés acumulado y me dio un ataque de ansiedad, por lo que llamé a un compañerod el instituto, quien me acompañó al ambulatorio donde me inyectaron valium para calmarme. A la vuelta se ofreció a dormir en el salón. Le preparé un colchón que puse cerca de la chimenea, tanto era el frío. Por la mañana dué a hacer la evaluación en mi lugar, y yo acudí al médico a por la baja. Cuando volví a la casa, salía humo por la puerta de la calle. Un coche de los municipales pasaba por allí y uno de ellos entró con un extintor pero salió enseguida pues casi se ahoga. Los bomberos no tardaron ni cinco minutos en llegar. Por suerte los destrozos fueron superficiales. El incendio, provocado por una chispa de los rescoldos de aquella chimenea que no tenía chispero, había comenzado no antes de diez minutos atrás, al prenderse el colchón que aún estaba en el suelo.
Tuve que irme a vivir a los apartahoteles del pueblo.Al poco tiempo me enteré de que, por desgracia, una chica que trabajaba en el cuerpo de bomberos falleció trabajando en otro servicio.

2 comentarios:

  1. Madredelamorhermoso con tu casa...estupendo,aún así yo trabajaría el final un poco para darle aún más impacto a este cierre de relato maldito.

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  2. La verdad es que lo escribí un poco telegramáticamente... No me quería recrear en la experiencia. Cambiaré el final, pues tampoco estoy seguro de que tal cosa sucediera.

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