"Taller de Escritura Creativa" del CEP Huelva - Isla Cristina. Impartido por Teresa Suárez.

domingo, 19 de abril de 2015

LA FECHA

Yo estaba a punto de poner el dedo, para que me colocaran la alianza. Todo estaba preparado: la casa, el traje, la novia… Sólo faltaba la fecha, cuando la divisé dando un paseo por el campo, agachada sobre una planta de vincapervinca.

¿Le gustan esas florecillas?, le pregunté.  Sí, me respondió. Siempre me han entusiasmado porque son silvestres, sencillas… nada presuntuosas. Pero, tienen la fuerza del roble.

Aquellas palabras ya me cautivaron. No era normal escuchar parrafadas tan tiernas en boca de las mujeres del lugar. Ellas, casi siempre, hablaban de guisos y aclarados de ropa con añil. Tampoco eran culpables por ello. Vivían para alimentar a una cuadrilla de zagales y aliñar comidas con poca materia prima.

Aquella tarde, hablamos como descosidos de todo. Del canto de los ruiseñores, del agua del arroyo, del perfume de la albahaca…Hablamos de todo, menos del amor. Y, sin embargo, fue aquella tarde cuando nos enamoramos.

Siguieron otros encuentros, que siempre considerábamos fortuitos. Pero, a los que los dos, habíamos puesto hora de manera consciente.

Entre nosotros, flotó siempre la necesidad de mecernos entre sonrisas y palabras; pero, también existió un abismo inmenso que, cada día, se iba encargando de recordarnos dónde estaba nuestro lugar. Ocurría, en aquellos momentos en los que sosteníamos mucho tiempo la mirada, y era necesario hablar. 

Ella se lamentaba de que, en llegando Junio, tendría que marcharse. Una vez acabado el curso, ¿qué podía hacer una maestra solitaria en un pequeño pueblo como aquel? Terminada la interrogación con un suspiro, me preguntaba como quien no quiere la cosa: y entonces… ¿para cuando es la boda?

Yo, sin querer responder pero sin atreverme a no hacerlo, le seguía la conversación con la vista clavada en ninguna parte. ¡Ya está todo muy adelantado!, le decía.  Sólo falta…la fecha. Y, de nuevo, volvía a cruzarme con aquellos ojos vivarachos, que sonreían de puro movimiento.

- ¿Y qué fecha llegó primero abuelo?

- Pues, fue la noche de San Juan. Mientras el pueblo alborotado cantaba y bailaba alrededor de las candelas; ella se me acercó y, tímidamente, metió en el bolsillo de mi chaqueta una cajita de bambú forrada de terciopelo rojo. Luego, sin decir nada, se marchó.

Al abrirla, descubrí dentro un pendiente con forma de corazón y una pequeña nota, cuidadosamente doblada, que decía:

“A las maestras, nos gusta acabar el temario. Pero, me temo, que el 24 finalizan las clases. Felices Vacaciones.”
                                                                                                 
                                                       
Pepa López Ríos

* Relato construido con el binomio: Abuelo - Pendiente




2 comentarios:

  1. Es un relato muy dulce, Pepa. Has construido muy bien el ambiente del pueblo y el recuerdo tierno del abuelo, estupendo!

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  2. Me ha parecido fantástico. ¡Pero me habría encantado que los protagonistas acabaran consumando su romance! Es la nota "blue" de tu cuento.

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