"Taller de Escritura Creativa" del CEP Huelva - Isla Cristina. Impartido por Teresa Suárez.

jueves, 30 de abril de 2015

LIBERACIÓN

Se despertó sobresaltada. La luz del sol entraba a raudales por aquella ventana a través de la cual se dejaba ver una ciudad que ya se había puesto en marcha.
         Miró el reloj: demasiado tarde, o quizás, demasiado temprano…
         Había llegado aquella noche. Con ella, tan solo portaba una maleta casi vacía y un corazón lleno de recuerdos. Recuerdos que  hacían daño, pero que,  al fin y al cabo, eran suyos: sus recuerdos.
         Un grito en la noche, un sudor frío, una mano contra su rostro, un dolor indescriptible, más grande, si cabe, en el alma.
         Cuatro años de angustia, de miedos de no saber hacia donde ir, de no ser nada ni nadie sin él. Cuatro años: una eternidad.
         Un infierno del cual no había sabido salir hasta aquel momento: “nunca es tarde” se dijo a sí misma, mientras veía allá abajo, en el parque, cómo dos pequeños jugaban a la pelota ajenos a la tormenta emocional que se desencadenaba en su interior.
         Recordó el día anterior cuando la última discusión acabó con su relación, con su martirio. En aquel momento no pensó en todas las posibilidades que se le abrían a su alrededor, tan solo veía oscuridad, penumbra, nubes grises descargando toda su furia sobre ella.
         No recordaba el instante preciso en el cual tomó la decisión de abandonar aquella locura. Solo recordaba una cara desfigurada por el odio que arremetía contra ella y una voz, tantas veces adorada y que ahora se le antojaba tenebrosa, feroz, insoportable…
         Había llegado hasta allí después de deambular toda la tarde sin un rumbo fijo. Vio aquella puerta abierta y la aprovechó, “al menos no pasaré  frío”, pensó. La envolvió el silencio que la casa vacía le ofrecía y  sintió un gran alivio al ver que en el dormitorio, la cama vestida parecía estar esperándola.
         Habían sido tantas las noches de dormir solo con medio sentido que cuando despertó aquella mañana había perdido la noción de cuántas horas había pasado en brazos de Morfeo.
         El calor del sol cubriéndole todo el cuerpo la reconfortó llevándola hasta aquellas mañanas en las que otro calor la despertaba con mimos y caricias. Pero aquello ya no existía, él se había encargado personalmente de hacer desaparecer toda la magia del primer encuentro, de los primeros días, de los primeros meses…
         “¿Cómo puede alguien ser la cara y la cruz de una misma moneda?” se preguntó. Quizás todos seamos un poco eso: cara y cruz, blanco y negro, frío y calor. Sus pensamientos volaban al tiempo que se encaminaba hacia la puerta en busca de su nueva vida, sin miedos, sin ataduras… en busca de su libertad.
         Ahora sabía que podía lograrlo. Había sido fuerte para dar el paso de abandonarlo todo, había hecho lo más difícil, el resto vendría solo.

Mayte Martínez Ramos.
Curso de Escritura Creativa
Abril 2015
        


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