OBRA
ELEGIDA: MUJER SENTADA EN LA CAMA, MIRANDO POR LA VENTANA.
UN
NUEVO LIBRO
Bueno, aquí está
ella. En el nuevo piso que le ha costado tanto encontrar. Después de
haberlo pensado mucho, y haber buscado más aún, se había marchado
de su antigua casa. Demasiados recuerdos en su casa, la que compartió
con sus padres. Su padre había muerto hacía solo un par de meses, y
su madre tres años atrás. Aquella casa estaba llena de recuerdos de
su infancia, pero también de condicionamientos absurdos, de
expectativas imposibles de cumplir y de obsoletos preceptos morales
que no quería contemplar.
Ahora, después
de su primera noche en aquel nuevo hogar, miraba por la ventana
abierta de par en par, el sol relucía fuera, la ciudad se oía ya
llena de vida. Sentía que su vida era hoy como un libro en blanco
que ahora le tocaba empezar a escribir, una vida nueva, pero ese
libro no era completamente nuevo, ese libro formaba parte de una
serie, tendría que tener cierta coherencia con los anteriores, ¿o
no? ¿Se atrevería a romper con lo escrito anteriormente? ¿ A
acabar con lo anterior?
Estaba decidida a
salir a buscar un trabajo esa mañana. La hermosa mañana parecía
invitarle a ello, con una promesa encubierta de que tendría suerte,
de que los dioses le eran favorables.
La tarde anterior
había conocido a dos de sus nuevos vecinos. Una de ellas era una
anciana, se la topó en el ascensor, era una señora alta y elegante,
con vestimenta pulcra e impoluta y maquillaje perfecto. A pesar de su
apariencia altiva a primera vista su amplia sonrisa denotaba un
carácter afable y servicial. Enseguida le preguntó si se mudaba al
edificio, le preguntó su nombre y se presentó, y después de una
breve charla se despidieron con el acuerdo de tomarse un café
pronto.
Otro de los
vecinos que había conocido no había sido tan revelador y abierto,
pero sí prometedor. En la puerta justo al lado de la suya vivía un
joven, lo vio salir al tirar la basura, llevaba un pequeño perro
blanco atado a una correa. Era guapo, no demasiado alto, murmuró un
tímido 'buenas noches' al salir. Algo en su rostro resultaba
intrigante e interesante a la vez. Jugó a adivinar cosas sobre él,
tenía dos hermanas mayores, él era el menor, vivía solo,
seguramente le encantaba viajar y aprender idiomas. Su boca esbozó
una sonrisa, qué tontería. Sí, era prometedor.
Cogió impulso y
se levantó de la cama enérgicamente, se dirigió al armario y cogió
su mejor vestido, dispuesta a arreglarse y a salir, a comenzar a
escribir este libro.
Laura Dávila
Vicente.
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