"Taller de Escritura Creativa" del CEP Huelva - Isla Cristina. Impartido por Teresa Suárez.

jueves, 14 de mayo de 2015

Fin de curso

Hola compañeros:
Siento mucho no haber podido asistir a la última sesión por una avería de última hora en el coche. Seguro que todo fue bien como en las anteriores. Aprovecho para agradeceros vuestra bondad y el aprovechamiento del curso, de forma particular a Teresa, por todo lo que he aprendido.
Un fuerte abrazo a todos.

martes, 12 de mayo de 2015

HAIKUS O NO HAIKUS ¿?

MADRE

Me gusta verte
cuando meces al niño
entre tus brazos

Niño con suerte
Se amamanta contigo
Tú eres su lazo

El día que vuele
querrá que tú lo mires
y lo consueles



        LLUVIA

De algodoncitos
se me ha llenado el cielo
la lluvia cae

      RAMA CAÍDA

Se murió pronto
la rama del olivo
ya no está verde

Cayó en el suelo
me la llevo conmigo
ya no se pierde

       PAJAROS

Motitas negras
van volando en el aire
pían con fuerza


     CIRUELAS

Entre las hojas
hay perlas amarillas
con huesos dentro


    HOJAS DEL ÁRBOL

verdes, temblando,
sujetas a la rama
no quieren morir


                          Pepa López Ríos
                          Mayo 2015


lunes, 11 de mayo de 2015

El árbol crece
como crece mi hijo
los dos florecen.

Olor a hierba
en la dulce mañana,
recién cortada.

Amor tan frágil
como hielo en marzo
se rompe fácil.

Laura Dávila.

viernes, 8 de mayo de 2015

Spring is here

¡Qué olor a café!
¡Qué preciosa mañana!,
con tu sonrisa.


Brisa salina:
agitas el recuerdo 
de su dulce cuerpo.


La primavera
camina junto a mí,
sin encontrarte.


Rojo atardecer,
sin tu mano en la mía;
llega la noche.

jueves, 7 de mayo de 2015

PASOS


                        RELATO  construido sobre la mirada de la pintura:  
Habitaciones junto al mar, de Edwar Hopper




                                                     PASOS

Era día de fiesta y Adela no tenía que ir a trabajar. Había estado toda la noche despierta deambulando por la casa: ahora un café, luego un cigarrillo, después muchas lágrimas…Prácticamente la misma rutina desde hacía ya demasiado tiempo. A sus casi 62 años, estaba a punto de jubilarse y, aún seguía sin ver nada claro desde el ventanal de su mente.

Sí, es verdad que había conseguido por fin dar el gran salto, aunque ahora se le antojara más bien un gran abismo. Pero aquella casita recién alquilada sería, de momento, el refugio desde donde asomarse, tratando de buscar ese mundo que nunca tuvo y tanto necesitaba.

Cuando la noche anterior había dejado la maleta en el dormitorio, no se había percatado exactamente del espacio. Sin embargo; al recibir el día, comprobó que era un lugar luminoso, aunque no le gustara especialmente el mobiliario. Se sentó en el sofalito rojo que le parecía un poco ridículo y bastante incómodo, por cierto. Esas patas torneadas de pitiminí no iban para nada con su sencillez. Y luego, estaba ese tapizado de terciopelo, que casi no podrías mirar en Agosto porque el calor comenzaría a arrebolarte el cuerpo entero. Tal vez, pudiera colocarlo en otro cuarto para no verlo al pasar por el salón, y comprar un cómodo sillón donde poder leer tranquilamente. Pero entonces, estropearía también el decorado de la otra estancia y, si algo le disgustaba enormemente, era pasear la mirada por espacios  abarrotados y sin armonía. Además, esa situación le haría volver a toparse de bruces con el desorden gris mugriento, que había dejado atrás y que tanto la había hecho padecer. Sin embargo, tampoco tendría por qué suponer un problema aquello. Eran pocos tiestos los que había, así que podría combinarlos sin hacer estragos decorativos y comenzar a crear un mundo nuevo en el que disfrutar con su propio silencio. Lo  importante, lo trascendental para ella, era que estaba sola y con ansias de comenzar a vivir.

De pronto, al levantar la vista desde donde estaba, reconoció aquel rostro de semblante serio y apretado, apoyado en el extremo del aparador de madera, que la observaba fijamente.  Un escalofrío recorrió todo su cuerpo y apartó la mirada con brusquedad. Estaba dispuesta a admitir que la imagen de él pudiera perseguirla durante un breve tiempo, pero lo podría sobrellevar. Había tomado la firme decisión de resistir y no tolerar nunca más que la atemorizara. Irguió todo su cuerpo para relajarse y se levantó con total resolución.

Fue entonces, cuando se percató del montón de libros que estaban perfectamente alineados encima del mueble y, recordó que los había puesto ella misma en cuanto el  propietario de la casa se marchó. Lo había hecho de manera autómata. Había abierto la maleta y, cuidadosamente, los había ido colocando uno a uno, acariciando con sus manos cada cubierta y rememorando aquellas historias encerradas que la habían ayudado a sobrevivir. Después, giró dispuesta a seguir inspeccionando todo el territorio y entró en la sala contigua.

No tuvo más que avanzar dos o tres pasos, para emprender un viaje sin retorno. Sintió en su cuerpo todo el calor del sol con vehemencia, y el entusiasmo se fue apropiando de ella hasta lograr centellear sus ojos.
Pasó revista con el dedo a la piel tersa, lisa y regular de la pared y pudo comprobar cómo la suya iba tomando también un aspecto raso y pulimentado, dejando atrás los viejos surcos que el sufrimiento había ido instalando con el tiempo. Dejó caer todo su peso sobre ella y poco a poco, ya sin penuria, martirio ni congoja, se descubrió sentada gozando del momento.

Alrededor todo brillaba, irradiaba esperanza y era transparente. Y frente a sí, tenía la realidad. Un mar inmenso sereno y bonancible, la saludaba y se presentaba ante su vida, desembrollando con su aroma a sal, todo un vía crucis de pena y de tormento. La suave brisa era inobjetable y por supuesto ¡como no!, pasado un rato, terminaría retocando el cutis seco, con una fina capa de gotitas que bajarían por la cara refrescantes.
Así, de esta manera apacible y evidente, sintió cómo empezó a finiquitar el lastre amargo y se notó empapada de un futuro cierto, sencillo, obvio, rotundo y concluyente. Y por primera vez, en mucho tiempo, supo que estaba contemplando el rostro de la libertad.


                                                                       Pepa López Ríos
                                                                       26 Abril 2015



ESCENA FINAL








Caminando hacia el final del curso tuvimos ayer una parada para el teatro. Toda una gozada de tarde relajada ya que tras unas breves instrucciones tres intrépidos grupos se pusieron a crear una obra teatral. En la imagen arriba aparece uno de los grupos en la lectura de la misma. De todo hubo: reivindicación, humor...lo pasamos muy bien. 

Para la próxima semana os dejamos una nueva propuesta de trabajo: una batería de escenarios posibles para ambientar una obra de teatro (un parque, una iglesia, una granja...), una batería de épocas (o momentos) sobre las que construir esa obra (a lo largo del día, en la postguerra, en el Renacimiento, en las diferentes estaciones) y por último una batería de personajes para intervenir en esa obra teatral (una kiosquera, un maestro, una cirujana, un padre de familia...). Sólo queremos tres listados, no hay que crear ninguna obra teatral... a no ser que queramos hacerlo. ; )

¡Buena semana!

miércoles, 6 de mayo de 2015

SOL DE OTOÑO

Relato para un cuadro: mujer sentada en la cama, frente a la ventana
"Me despertó el alba, sentándome en la cama dejé que el tibio sol de septiembre reconfortara mis doloridos músculos. El cielo azul de esa mañana ponía la nota optimista a mis grises pensamientos.
Me quedé quieta, inmólvil, concentrada, intentando con todos mis sentidos evocar el sueño que me había perseguido esa noche extraña.
Notaba mi cerebro como un queso gruyere, por cuyos agujeros se escapaban mis recuerdos como se escapa el agua por los desagües y yo, como si tuviera una red cazamariposas, corría tras ellos antes de que cayeran por ese pozo sin fondo. Me empleé a conciencia y así logré capturar algunos, aquellos que se habían quedado enredados entre mis neuronas y que se resistían a abandonarme.
Puse atención y capté retazos inconexos, fotogramas sueltos, piezas de un puzle que danzaban un baile macabro y que se negaban una y otra vez a formar la imagen completa.
Vinieron a mi, como envueltas en brumas, palabras quedas dichas al oido, el olor de una piel amiga, unos ojos semicerrados que miraban mis labios con deseo, la risa cómplice de dos bocas, el rastro de un dedo suave recorriendo mi cuerpo como si ese fuera su hogar, el hogar al que volver después de cada batalla...
De pronto, los fotogramas formaron la película, las piezas del puzle detuvieron su juego y una tras otras fueron encajando y ocupando su lugar en el tablero.
Entonces lo vi, supe quién era, reconocí al instante su rostro amado. Cerré los ojos muy fuerte, para que no escapara nada, cómo si, con ese simple gesto, pudiera retenerlo a él también.
Susurré su nombre y lo maldije en silencio, después, lloré, lloré como si no hubiese un mañana."